Este domingo me levanté con la idea fija de visitar uno de los lugares que no han parado de recomendarme desde hace un tiempo y que salen en todas las guias de Sevilla. Así que de este fin de semana no pasaba el ir y poder degustar las tapas tan estupendas y originales que me garantizaban, sirven ahí. Se trata de La Bulla, un peculiar restaurante de tapeo sentado en la mítica calle Dos de Mayo.
Se encuentra justo en la esquina de esta calle, pegado al Teatro Maestranza, por lo cual no hay pérdida para llegar. Eso sí, lo del aparcamiento ya es otro cantar. Yo fui en moto y casi en la puerta, pero sé que entre semana, con la zona azul y tal, puede ser una aventura encontrar parking.
Al entrar me llamó la atención un par de detalles. El primero y más obvio, es que justo en frente tienes la cocina. No la puerta de la cocina, si no una cristalera en la que ves a los cocineros, los fogones, las cacerolas, etc...Vamos las entrañas de todo restaurante. Esto me gustó ya que es síntoma de pulcritud y transparencia, pues está a la vista del cliente cómo se cocinan y preparan los platos que luego te servirá.
Otro detalle que me gustó es que la pared de la izquierda, es una pizarra enorme dónde están las tapas fría, calientes, ensaladas, carnes,etc... que luego pedirás. Esa es la carta. Un punto original y un guiño a los bares de tapeo sevillanos de toda la vida, dónde esa era la carta escrita con tiza blanca cuadradota. Menos me gustó una cadeneta como la que ponen en las puertas de las discotecas para prohibir el paso hasta que el portero de turno te da el visto bueno.
Mientras esperábamos en la entrada, me dió por chequear las opiniones en otros foros, blogs,etc...sobre este restaurante. Cuál es mi sorpresa que todas las opiniones que me dió tiempo a leer eran negativas!!!!. Todos los comentarios coincidían en lo nefasto del servio, lo caro de las tapas, la escasez de comida en el plato,... Asustada me fui a comentarios más recientes, pero nada. Hasta del 18 de febrero del 2012 que leí el último, más de lo mismo. Decidí parar para no reventarme el día.
Así que detrás de la cadeneta negra nos toco esperar como unos 5 minutos hasta que un camarero se nos acercó a darnos asiento (mal vamos así). Yo ya estaba más con el cuerpo preparado para la decepción por lo leido, pero omití las opiniones y labrarme la mía propía. Así que con la mejor actitud tomamos asiento para degustar y opinar después.
La decoración del bar, reconozco que me encantó pues es una mezcla de modernidad y tradición. Las cartas están por todas las peredes del restaurante, las mesas son como las de las casetas de la feria pero pintadas en rojo, hay sillas de madera, sillas de hierro como las del cole, sillas ultra modernas...todas alrededor de la misma mesa, lámparas en blanco de distintas formas y tamaños,etc...Os pongo como detalle dónde nos sirvieron el pan y los cubiertos, original, no?.
Con el tema de la carta, una vez pasado la euforia inicial de qué bonito todo, tengo que reconocer que fue un poco latoso, porque si no estás cerca de la pared dónde han escrito la carta ó te toca delante de la misma una familia de 6 miembros con cabezas de tamaños considerables (como me pasó a mí) pues no te queda otra que estirar el cuello cual jirafa africana para atinar con la tapa favorita.
El servicio regular tirando para a mal. El mejor sin duda el camarero brasileño (nos atendieron 3 en total, 1 chica y 2 chicos y sólo se salva él). Por su amabilidad, cortesía y atención, le doy un 8. Pero al resto, suspenso. La camarera jovencita que nos tocó era de lo peor, atendiendo a otra mesa con la boca llena de comida y masticando, mirada inquisidora cuando le preguntas que aún no teníamos claro qué pedir, no te dejaba los platos en la mesa, los lanzaba. No me gustó nada, pero nada la atención que recibí.
¿Cuál fue mi elección de tapas y opinión de las mismas? Aquí os la dejo:
Para empezar una ensalada de confit de pato. Mil tipos distintos de lechugas, canónigos, pimiento rojo, verde, cebolla,pato....y no sé que sabor tenía. Para mí, insipido.
Seguimos con un arroz meloso de setas. Aquí si que sí. Textura cremosa, sabor único, arroz en su punto. Un 10 a esta tapa.
Para terminar una carne. Salteado de ternera con verduras. La carne tierna y sabrosa, la verdura crujiente y dulzona, pero la salsa de carne salada como el mar. No se podía comer, de verdad lo digo. Una lástima porque las verduras y la carne, quitandoles el exceso de salsa, estaban muy buenas.
De postre te traen una bandeja de madera y te la dejan en la mesa con varios postres preparados por el maestro repostrero, Manuel Jara (empresa masquepostres, el 5J de los postres). Cómo yo ya he probado sus genialidades en otros restaurantes, y aquí me parecieron bastante caros, pedimos la cuenta y a tomarnos un rico helado del Rayas!!!!
En fin, que es un sitio definitivamente original en cuanto a decoración y concepto del tapeo sevillano, pero ó ese día el cocinero no estaba muy allá ó yo no acerté en la elección de los platos. Claro que con lo que te cuesta una tapa (tapita) y lo que cambian la carta, no creo que repita.
Bares de este tipo se agradecen para avanzar en la cocina sevillana y dejar atrás la imagen de fritanga que en muchas ciudades tenemos, pero si sólo se quedan estas ideas en la superficie y no cuidan los detalles, el trato al cliente y la calidad de los productos, creo que es peor el remedio que la enfermedad.
Espero que si vais algún día, me deis vuestra opinión en base a la experiencia personal de cada cual, como hago yo
Un millón de besos.
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